El mercat de La Boquería se consolida cada vez más como la referencia más clara del buen producto con el que cuenta la gran ciudad, que aprovechan no solo los hogares barceloneses sino también los chef y cocineros que quieren distinguir su oferta a partir de la excelente calidad. Pero ultimamente se está convirtiendo en un referente de lo que son capaces esos cocineros con el producto que tienen a mano. Una especie de -0 kilómetro cero.
Nunca mejor dicho cocina de mercado es la que se ha instalado en el frente del mercado, con la apertura de Casa Guinart, un bar de tapas, platillos y restaurante en la misma ubicación donde esa tienda familiar proveyó durante muchos años a los más exigentes clientes en´busca del buen producto nacional y extranjero. Oscar Manresa (Torre de Alta Mar, Kwai, Los Sopranos, entre otros) y David Moya (nieto de Guinart), se asociaron para crear algo que hacía falta en este mercado, cuando la mayoría creía que ya no necesitaba más para ser perfecto.
Un sitio de excelente producto y muy buena oferta, cómodo, atendido con buen gusto, puesto pensando en la comodidad del paseante o comprador de mercado. Si ya existen tres o cuatro sitios de calidad (el imposible de encontrar sitio Pinocho, el Kim, el bar Sant Josep "el mejor" o tal), este nuevo incorporado da la posibilidad de saborear la cocina del chef Josep Nicolau (ex Roser 24) en uná cómoda segunda planta, con vistas a la rambla y al mercado, o en una estratégica terraza a pie de paradas. Y, sobre todo, se puede vivir de noche el ambiente canalla y en este caso refinado de las ramblas y la boquería a media luz.
Una gran ocasión para después del teatro o por la tarde para el aperitivo de los golosos hambrientos. Son de esos sitios en los que solamente asomándose al expositor de la barra se piensa "estoy en el sitio justo". Una buena acogida y un buen servicio gracias a dos simpáticas camareras, completan el milagro.
Quisimos inicial probando un salteado de setas, completo, con la oferta del mercado y bien preparado. Una porción justa que viene muy bien para el entrante de una comida de excepción, por el nivel y por la originalidad del sitio, sobriamente decorado y con muy buen gusto. Ante la duda entre un meloso de ternera, una carrillera visiblemente sabrosa y una ventresca de atún, el chef aconsejó esta última.
Muy buena pieza, bien preparada y simplemente acompañada por un buen aceite de oliva también elaboración de la casa y un suave vinagre de Módena, nada invasivo. Quienes conocían la tienda Guinart siempre recuerdan la pasta fresca que elaboraba diariamente. El nuevo establecimiento no renunció a ese prestigio y semanalmente ofrece una pasta de la casa, que el día de la visita era un ravioli de pasta verde de espinacas, relleno de ricota y animado con un pesto cremoso de mucha categoría.
Además de las tapas habituales que también pueden ejecutarse en la simpática barra, entre los guisados también figuran unas habitas con jamó y canelones trufados, aunque la palma se la llevan los callos, que vienen en cazuelita.
En las carnes destaca el foie gras plancha con PX o el lomo alto (entrecot) y los pescados, que buscan ser el fuerte de la cocina, después de unas ostras o gambas a la plancha se puede disfrutar con la cigalita flambeada o el calamar plancha. Los vinos están muy bien tratados también, otra de las diferencias marcadas por Casa Guinart en el entorno. Hay posibilidad de beber a copa, incluso champagne. En el salón superior casi se "huele" a barrica, que fueron utilizadas algunas como originales focos de luz.