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John Irving © Ivan Giménez
John Irving © Ivan Giménez

John Irving contra el mundo

El escritor norteamericano presenta el jueves en Barcelona su última novela, 'En una sola persona'

Escrito por
Time Out Barcelona Editors
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Incluso a los 60 años, John Irving no está preparado para dejar el campo de batalla de las políticas sexuales norteamericanas. Aquí nos explica que la represión contra la diferencia nunca está demasiado lejos...

'En una sola persona', en parte, trata de cómo describimos nuestra sexualidad. ¿Por qué este es un tema clave para ti?

Los inadaptados sexuales siempre me han interesado; son valientes. Su soledad me atrae, pero también sufro por ellos. La gente más cerrada de miras los rehúye, o incluso intenta hacerles daño. La madre de Garp -'El mundo según Garp'- practicó sexo, una vez, con un hombre comatoso, y nunca más volvió a hacerlo. El Dr. Larch -el abortista adicto al éter de 'Las normas de la casa de la sidra'- practicó sexo, también sólo una vez, con una prostituta. El narrador de 'Oración por Owen Meany' -Johnny Wheelwright, a quien llaman a sus espaldas "homosexual no practicante"- no ha conocido el sexo. Evidentemente, Johnny está enamorado de Owen, pero nunca ha salido del armario.

¿Cómo ves la sexualidad de Billy Abbott, el protagonista y narrador bisexual de 'En una sola persona'?
Billy es muy abierto, pero su soledad es extrema. Siempre hemos desconfiado de los hombres bisexuales. Muchos hombres gays de mi generación rechazan creer que eran bisexuales. Para muchos hombres gays, un tipo bisexual era sólo un gay con un pie en el armario. Para las mujeres heterosexuales, un hombre bisexual era el doble de poco fiable: te podía dejar por una mujer o un tío.

Las etiquetas sexuales -gay, bisexual, transexual- ¿dicen algo verdadero sobre nosotros?
Nuestras identidades sexuales importan, pero los héroes de Billy son dos hombres transexuales, en el sentido que Miss Frost y Gee son las dos personas que Billy más admira, quizá porque la gente desconfía de ellos y los margina incluso más que a él. De hecho, cuando Billy descubre que Frost era un hombre, le dice, acusadoramente: "¡Eres un transexual!". Miss Frost le responde cortante: "Querido chico, por favor, no me pongas una etiqueta; no me conviertas en una categoría antes de conocerme".

Billy dice: "Estamos formados por lo que deseamos". ¿Hasta qué punto esto representa tu sentimiento?
Billy ha salido de mi imaginación, de todo lo que yo podría haber sabido si hubiera seguido mis primeros impulsos adolescentes. La mayoría de nosotros no actuamos según nuestras elucubraciones sexuales primerizas. De hecho, la mayoría de la gente preferiría olvidarlas; no es mi caso. Creo que nuestra simpatía por los otros proviene, en parte, de nuestra habilidad para recordar nuestros sentimientos, de ser honestos sobre lo que nos apetecía hacer. La tolerancia sexual proviene del hecho de ser honestos con nosotros mismos, sobre lo que habíamos imaginado sexualmente. Estos adultos que siempre explican a los jóvenes y a los adultos que deberían abstenerse de practicarlo todo... Bien, no han debido tener infancia o adolescencia, o convenientemente han olvidado cómo eran cuando eran jóvenes.

¿Cómo fue tu infancia?
Cuando era un chaval, me imaginé practicando sexo con las amigas de mi madre, con chicas de mi edad, incluso con algunos chicos más grandes entre mis compañeros del equipo de lucha. Al final, me acabaron gustando las chicas, pero la atracción hacia la gente 'equivocada' nunca me abandonó. Lo que digo es que el impulso hacia la bisexualidad era muy fuerte; mis primeras experiencias sexuales -aún más importante, mis primeras imaginaciones sobre el sexo- me enseñaron que el deseo sexual es mutable. De hecho, en mi caso, la mutabilidad sexual era la norma. Lo que me hizo un escritor fer una combinación de lo que leía y de lo que imaginaba. Sobre todo de lo que había imaginado sexualmente. Como Billy nos explica en el primer capítulo: estamos formados por lo que deseamos. Y añade: "Deseaba convertirme en escritor y practicar sexo con Miss Frost, no necesariamente en este orden".

¿Te sorprende que la intolerancia sexual todavía sea un problema a tener en cuenta?
En el año 1978, cuando escribí 'Garp', pensé que ya había cerrado el tema de la intolerancia sexual. 'Garp' es una novela más radical que 'En una sola persona': la sátira es amplia, la situación es extrema. Un hombre es asesinado por una mujer que odia a los hombres; su madre es asesinada por un hombre que odia a las mujeres. 'En una sola persona' es más realista, pero es el mismo sujeto deprimente: un grito a la tolerancia de nuestras diferencias sexuales, 34 años después de 'Garp'. Mis novelas no tratan de lo que es bueno para nosotros; van de cómo nos comportamos, de cómo somos. Escribo cada novela dirigida hacia un final predeterminado. Empieza por las últimas frases, a veces por los últimos párrafos. No es nunca un objetivo de mi arte 'dejar vagar la mente libre'. Ni el mío ni el del lector.

Incorporas elementos de tu vida en el trabajo. ¿Tratarás el susto con el cáncer que tuviste hace unos años?
No soy un escritor autobiográfico. Las pocas cosas de interés que me han pasado se han alterado radicalmente en la ficción, en todos los casos. Tomemos dos ejemplos de 'En una sola persona'. Mi abuelo materno, como el abuelo Harry, era un travestido, pero sólo en el escenario. No lo hacía en la intimidad. Mi madre era apuntadora en un pequeño teatro de ciudad pequeña, pero era la persona menos homófona que jamás he conocido. Y podría seguir... El susto del cáncer acabó bien. Por lo tanto, no es demasiado interesante.

¿Tu visión de la violencia está influenciada por la lucha libre?
Mi visión de la violencia -las repetidas muertes y heridas violentas en mis novelas - no tiene nada que ver con la lucha libre, que es un deporte muy controlado. Los seres humanos son violentos. La historia humana es violenta. Las noticias son violentas.

¿Cómo ha influido en tu trabajo la lucha libre?
Competí como luchador durante 20 años. E hice de entrenador hasta los 47. La lucha libre y la escritura son cosas similares, para mí. Hay repetición, una atención a los pequeños detalles. El luchador se pasa la vida practicando, repitiendo los mismos movimientos una y otra vez hasta que se convierten en una segunda naturaleza. Y lo haces a menudo con el mismo sparring. La buena escritura es reescritura. La lucha libre y la escritura no son ejercicios recreativos: son disciplinas.


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