El título engaña. 'Soltero a los 30' –monólogo acompañado de Andreu Casanova– no disecciona ni estado civil ni generacional para hacer humor vitriólico. El espectáculo se podría llamar 'El hundimiento del Titánic' y funcionaría igual. Lo mejor es olvidarse del título y reírse de lo de siempre: las diferencias entre hombres y mujeres y su inagotable fuente de tópicos. La batalla de los sexos nunca falla. Casanova la explota con su caza y captura de las parejas presentes en la sala. Marcianos y venusianas enfrentados en una conferencia mucho menos refinada que la teatralizada por John Gray, padre de la “guerra de las galaxias” entre géneros.
El estilo de Casanova es directo, con un lenguaje y una actitud que le servirían para compadrear con Pepe Rubianes. Al maestro tampoco le importaba que se notara que le hacían gracia sus propias ocurrencias. Si tienes cierto ángel, tampoco le importa al público, que lo acepta como un rasgo más de colegueo. Si logras esa conexión también puedes hurgar en terrenos incómodos sin que nadie salga herido. Quizá algún rasguño, pero nada grave y sin bajas mencionables. Casanova –con el apoyo de Rocío Gutiérrez– controla muy bien la situación y el mercado de personalidades que tiene delante. Si aparece un competidor chistoso con cuatro 'zascas' verbales lo tiene dominado y jugando a su favor.
Aunque el espectáculo es bastante ortodoxo dentro del género 'club de la comedia' hay un capítulo que se sale de la norma: un momento 'La hora del lector' que Casanova aprovecha para convertirse en crítico literario destroyer del bestseller '50 sombras de Grey'.