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En 2010, Guillaume Canet estrenó 'Pequeñas mentiras sin importancia', una versión francesa de 'Los amigos de Peter'. Llegaba un poco tarde a la moda de la comedia generacional con enredos sexuales, neurosis y borracheras, que los años 90 habían sudado a placer. Pero tenía su punto: Marion Cotillard estaba encantadora y había un tipo obsesivo que reventaba la casa convencido de que había una plaga de termitas royendo las paredes. 'Barbacoa de amigos' es la enésima réplica del concepto, vestida de caviar y billetes: unos franceses de 50 años podridos de pasta que van dilapidando cuartos para vivir una quinta adolescencia, fumando petardos y haciendo el mono unos con otros en restaurantes de tenedores y una casa con piscina que les ha costado un ojo de la cara. No gastamos más tinta.